Jonatan Machín

Para este personaje el teatro estuvo siempre alojado en su interior, pero su despertar fue tardío. Empezó sirviendo como una válvula de escape y se convirtió en la mejor terapia para el alma. Finalmente, hoy puedo decir que se ha convertido en parte de mi vida. A pesar de que no es extraño ver que el teatro se suele usar precisamente para lo todo lo contrario, para mí el teatro es la mejor forma de intentar deshacerme de mi propio ego.

 

Los primeros acercamientos a las tablas se produjeron en la universidad. Como maestro me di cuenta de que el teatro es una herramienta didáctica sensacional. Pero el verdadero despertar se produjo en la escuela de Espacio Abierto, donde encontré, no sólo un lugar de aprendizaje, sino un hogar de emociones, un refugio repleto de amistad y oportunidades, donde se defendía una visión o forma de entender el teatro que me enamoró desde el primer día.

Para un aficionado como yo parecía impensable que solo después de un año me ofreciesen colaborar en una obra, pero fue así y la suerte me miró a los ojos. El Teatro de la Crisis me acogió en su regazo y me dio la oportunidad de conocer a gente maravillosa y, por otro lado,  de subirme a muchos escenarios por toda España. Alguien voló sobre el nido del cuco me ha dado muchas alegrías, por muchas razones.  Como aficionado, desempeñar papeles de actor de reparto en esta obra fue todo un regalazo desde el inicio hasta el final. Me he divertido y he aprendido. ¿Qué más puedo pedir? Me sentía como la guarnición de un buen primer plato.
 

El teatro me ha dado la oportunidad de ponerme en la piel de “El Empecinado” colaborando en la recreación histórica de su boda en Castrillo de Duero, aventura que también me ha proporcionado muchas alegrías.
 

Y como una vez dentro de este mundo ya no quieres salir, quizás por eso el universo me dio otra nueva oportunidad. Otra vez con personajes de deliciosa guarnición y esta vez en la asociación Enterarte, con la obra Divinas Palabras, asociación repleta de caras conocidas y grandes corazones. 
 

No puedo pedir más, ni estar más agradecido.